
La mejor noticia de hoy es comprobar que el periodismo sigue siendo necesario. Es imprescindible. Lástima que ni los propios periodistas asumamos que sólo desde el rigor se puede contribuir al avance de la sociedad. Y lástima que ni los propios periodistas luchemos por nuestra independencia. Pero eso lo dejaremos para otra reflexión.
Hoy toca sonrojarse e incluso avergonzarse de
pertenecer a un país donde el Jefe del Estado y el Jefe del Ejecutivo andan “pringados”.
Ambos, que deberían servir a toda una sociedad, se han dedicado los últimos
años a estafarla. Esa es la grave raíz de los casos Bárcenas y Noós.
El problema no son los sobresueldos, la
gravedad es que ese dinero no era declarado en un país donde las empresas se
convierten en acólitos de ideologías simplemente bajo el único interés de
obtener beneficio propio. No acepto el argumento de que esta práctica es tan
vieja como necesaria.
No
es baladí que las grandes fortunas mundiales se hayan enriquecido más de un 20%
desde el inicio de la crisis fechado en 2008. Es hiriente que Ferrari y
Mercedes sigan copando las ventas de coches en el mundo mientras proliferan los
“vales bici” en las ciudades, simplemente porque cada vez son más las personas
para las que hasta el uso diario del transporte público se ha convertido en un
gasto prescindible.