viernes, 8 de febrero de 2013

NADA EN ESPAÑA COMO LA COPA DE REY DE BALONCESTO


               Siempre me resulta especial presenciar una nueva edición de la Copa del Rey de baloncesto. Aficionada al deporte de la canasta desde mi época colegial, el camino profesional me ha llevado a vivir muchas más experiencias en el terreno futbolístico; sin embargo, pocos recuerdos tan gratos como los vividos en las ediciones de Copa del Rey que he tenido el gustazo de cubrir. Y pocos, muy pocos momentos tan excelsos como los vividos en esta competición en Vitoria-Gasteiz.

              La LFP ha avanzado mucho pero sigue viviendo a remolque respecto a la excelente estructura organizativa de la ACB. Ninguna competición deportiva en España es capaz de reunir en una misma ciudad a ocho equipos con sus respectivas aficiones bajo un ambiente que enlaza el espíritu competitivo con la hermandad que une a los amantes de un mismo deporte.
             En la Copa del Rey de baloncesto se convierte en realidad aquello de que “lo importante es participar”.
            Comprobar cómo celebran el cierre de una competición en un mismo espacio los dos equipos rivales, las dos aficiones e incluso los periodistas que cubren la información me causó un gran impacto emocional ya en el año 2000. Allí estábamos en la fiesta del campeón (ese año el Estudiantes que ganaba al entonces Pamesa Valencia) todos los que de una u otra forma habíamos vivido esa edición de Copa en Vitoria-Gasteiz.

            Todavía me conmueve el recuerdo de imágenes, la convivencia con ídolos de épocas lozanas con los que ahora podías sentarte y compartir un desayuno en el hotel, el paseo por una ciudad invadida con actividades colaterales al torneo, espacios culturales centrados en las cualidades de la práctica deportiva…
           Y lo mejor.  Ese ambiente se repite año tras año.
           La ACB dispone de una capacidad organizativa inigualable en cualquier otra disciplina deportiva en todo el Estado. Sabe dónde se respira baloncesto y dónde las entidades futbolísticas no han enturbiado el apogeo de clubs baloncestísticos para robarle protagonismo. Y es allí donde prepara la fiesta de la canasta.
            La materia prima es también elogiable. La nobleza de los jugadores de baloncesto es real, se alejan de la soberbia para disfrutar del deporte y compartir esos placeres con los aficionados, con la prensa y con todo aquel que quiera participar de su fiesta.
           Son cuatro días una vez al año, la repercusión mediática estará condicionada por el vacío informativo que esas jornadas ofrezcan otros deportes como el fútbol pero, a veces, esto tampoco importa para cerrar el torneo con éxito. Ese que es el inigualable recuerdo que deja la Copa del Rey de baloncesto en  todos aquellos que vivan la experiencia de vivirla y saborearla.
         Como aficionado, como deportista, como periodista, intenta vivirla y nunca, jamás, olvidarás la experiencia.

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