Los próximos días
cumplirá su tercer aniversario la actual junta directiva de la Asociación de
Futbolistas Españoles, AFE. Durante este periodo tal vez no son muchos los
logros tangibles, pero sí son los beneficios conseguidos para quienes
depositaron su confianza en un grupo de exfutbolistas unidos por su pasión por
el deporte del balompié y su acentuado espíritu de solidaridad.
En una coyuntura
ausente de valores de honestidad, ayuda y lealtad analizar el trabajo de la
directiva que preside Luis M.Rubiales ofrece corrientes innegables de adhesión.
Sus principios de “Unión, Proximidad,
Transparencia, Compromiso y Firmeza” no son solo vocablos en su libro de ruta.
Aún recuerdo aquellos últimos meses de 2009
cuando la plataforma eleccionesafe.com surgía ilusionada en conseguir el reto
de dirigir el sindicado de los futbolistas. Aquellos soñadores creían en la
necesidad de construir un órgano representativo que acogiera las preocupaciones de todos los
futbolistas, pero en especial de los más modestos.
El recurso de la
aplicación de la Ley
Concursal por parte de las entidades futbolísticas era
incipiente, pero AFE ya acumulaba a centenares de asociados que sufrían el
desamparo tras comprobar cómo sus contratos laborales quedaban reducidos a un 50
ó 40% de su salario.
La crisis económica ha
agudizado los problemas en los clubs, pero el colectivo AFE ahora no se siente
desamparado. No voy a glosar aquí los objetivos realizados por esta directiva, únicamente
voy a destacar la labor del sindicato en dos tareas: la regularización laboral
y la formación.
Es este punto uno de
los factores más loables de la
Asociación de Futbolistas Españoles, no solo por las
propuestas de aprendizaje que facilita sino por el espectro formativo que
ofrece a sus afiliados.
Pero no solo la oferta
formativa es elogiable, la organización de las sesiones AFE supone un ejemplo a
seguir por otras muchas instituciones nacionales. El escaparate que supone la
organización de estas jornadas para los asociados sin equipo es una bocanada de
esperanza para todos aquellos futbolistas que quieren continuar desempeñando
esta profesión. Es una oficina de empleo para el futbolista. Una oficina extremadamente loable.
Su último éxito se refleja
estadísticamente de la siguiente forma: de los poco más de una veintena de
participantes en la última edición de sesiones AFE el pasado mes de enero, 17
han sido fichados por algún club.
Los números reflejan el
triunfo del sentido de solidaridad en el fútbol. Un sentimiento que los
directivos de AFE, lejos de la superficialidad que muchas veces envuelve al
espectro futbolístico, han dotado de un elogiable valor conceptual.