Puedo
entender que no resulta muy “educado” tal vez el extender un comentario sobre
un artículo de opinión. Parece que salir al paso de pensamientos ajenos puede
identificarse como una ausencia de respeto. Nada más lejos de mi intención en
estas líneas. Más bien, todo lo contrario.
Empeñada en devorar comentarios, columnas y
opiniones que puedan reflejar la verdadera realidad de cuanto nos acontece en
esta revolución del siglo XXI que estamos “sufriendo”, me resulta casi
indispensable abrir mi foro de pensamiento para plasmar aquí todas las
sensaciones que se agolpan en mi propio ser tras leer el artículo de Borja
Ventura en JotDown Magazine en esta mañana de sábado donde las fiestas navideñas no han hecho
personalmente más que encender mi ira al comprobar al auge de la hipocresía que, no obstante, no ha logrado disfrazar el
verdadero estado depresivo de una sociedad incapaz de llenar circos, ferias,
teatros e incluso centros comerciales en la época vorazmente consumista del
año.
No
señores, esta sociedad no tiene ganas de fiesta ni nada que celebrar, por mucho
empeño que pongamos en entregar a la infancia (el único colectivo no
contaminado de mentira) nuestra irreal ilusión. Culpable sólo es uno: el virus
de una crisis que funciona como excusa para destruir la cotidianeidad de varias
generaciones y desmantelar el estado de bienestar que, al fin y al cabo, es el
único estado que debería disponer quienes transitamos temporalmente por esta
tierra. Al fin y al cabo, ¿qué es la vida sino una ilusión o un rato de
búsqueda de felicidad?, y si es así, ¿por qué ese empeño en envilecérnosla?
Por
eso quiero extraer algunas expresiones de Borja Ventura en un artículo donde su
título ya nos muestra que no habrá adornos en su retrato “El cáncer de España eres
tú” http://www.jotdown.es/2012/12/el-cancer-de-espana-eres-tu/
Tal
vez mi emoción se ha despertado al visionar en su segundo párrafo las
referencias a mi único y verdadero “pueblo”
“El Cabanyal, plagado de viviendas tradicionales y algunos focos
culturales con patrimonio histórico, lleva años abandonado a su suerte. Ni vigilancia policial,
ni servicio de limpieza, ni fomento del comercio. Nada. La consecuencia
evidente: el barrio empezó a caerse a trozos”.
Así
está mi Cabanyal, ese barrio que en cualquier otro país sería el referente
cultural de una ciudad que dispone de la enorme suerte de ubicarse a la orilla
del Mediterráneo y que sin embargo, en Valencia, en España, es utilizado como ghetto
al que destruir. Tal vez, ni unos ni otros perdonan el pasado
republicano de unas calles en las que el modernismo del siglo XX convirtió en
obras de arte hogares, un lugar donde sus habitantes han dispuesto durante generaciones
de ese erial cultural que ensambla las tradiciones populares propias con las
civilizaciones que el mar, (siempre el mar) puede llegar a traer a sus puertas.
Comprobar
desde mi sillón junto al mar que desde la lejanía sí aceptan el peso de un
pasado tan cargado de intelectualidad y cultura popular me ha emocionado.
Pero
también me conmueve la comprobación de la destrucción de otro pilar de mi
cotidianeidad: la desaparición de los canales autonómicos. Yo, trabajadora de
RTVV veo en estos días cómo se desmantela el lugar en el que crecí
profesionalmente, el lugar en el que creí, porque yo me niego a aceptar, a
pesar de haberlo vivido (sufrido y padecido) lo que Borja Ventura
magistralmente comenta así: Los
políticos “Han olvidado que las televisiones y radios autonómicas se crearon
para preservar la cultura, lengua y costumbres de cada región y las han
utilizado como pequeños No-Do
con los que arremeter contra sus rivales políticos o esconder escándalos
propios...”
Pues
sí señor. Y ante esta fiel descripción, "no comment".
Pero
encontré más retratos que han sacudido mi realidad y que en JotDown quedan en un
solo artículo reflejadas: la sanidad. En mi vocabulario el sinónimo de enfermo
igual a ingresos que los responsables políticos han decidido otorgar a quienes
más sufren por su propia supervivencia hiere directamente el concepto de
humanidad que, (ilusa de mí) aún cree entender como principio fundamental de
convivencia.
Sanidad,
educación, derechos laborales, todo lo que se nos está escapando de entre los
dedos como la arena desaparece de entre las manos al quedar abiertas. Se
escurre como nosotros estamos viendo marchar todos los valores generados
durante décadas.
Es
lo bueno conseguido durante el cambalache de siglo XX que sufrió este país para
intentar renacer y que ahora parece sólo un púgil al que atacar de forma
inefable por increible “esta especie de genocidio económico que vivimos desde
2007, esa quimioterapia que no hemos chutado en vena, solo mata células sanas”
En
definitiva, amigo lector, no dejes de leer en JotDown hoy el artículo de Borja
Ventura, aunque no importa que lo hagas mañana porque por desgracia su
vigencia es tan real que todavía nos va a inmiscuir en desesperanza y
desequilibrio un tiempo porque:
“España
tiene un cáncer. Uno tan violento que en apenas unos años se ha extendido a
muchas partes del cuerpo, una metástasis rápida y letal. Afecta a la política,
claro, pero también a los medios, a los ciudadanos y a los principios sobre los
que creíamos estar seguros. El enfermo, los enfermos,http://www.jotdown.es/2012/12/el-cancer-de-espana-eres-tu/ como en el ejemplo de El
Cabanyal: los mismos que provocan la enfermedad”.
Y
esos, por desgracia, son los que controlan nuestro mundo.