lunes, 26 de noviembre de 2012

EL WHATSAPP O EL TRIUNFO DE LA SOLEDAD


        Si algo caracteriza (para envilecer) la sociedad de estos primeros compases del siglo XXI es la globalización de la soledad. Ya no estamos en la era del universalismo de la información, (logro conseguido en los coletazos del siglo XX), hoy en este 2012 el efecto que más une a los pueblos es la soledad en la que se han asentado sus individuos (por cierto, acertado vocablo en este punto).
           Es precisamente esa soledad generalizada la que ha generado el éxito del WhatshApp.  Según el catedrático de psicología Enrique Echeburúa, esta forma de comunicación no sólo crea adicción por su uso compulsivo sino que se está convirtiendo en una “herramienta de control”. Uno y otro “peligro” radica en la posibilidad de establecer contacto permanente entre el receptor y el emisor en esta nueva forma gratuita de comunicación.
        Sin límites de horarios, sin límites de envío e incluso sin límites de control su uso se ha convertido no sólo en un hábito sino que también está alcanzando cotas de obsesión.  El psicólogo Echeburúa alerta de ese permanente impulso de comunicar a través del teléfono móvil.
             Sin embargo, todo la línea argumental olvida lo que a mí entender es ya la verdadera razón del auge de estos mensajes: el extensivo sentimiento de soledad del individuo. Puede resultar un argumento contradictorio exponer que precisamente una herramienta diseñada para comunicar sea el resultado de la generalización del sentido de soledad; aunque si utilizamos como raíz que, es precisamente la necesidad de huir de la realidad, la que origina la proliferación del uso del whatsapp, tal vez se precise mejor el razonamiento.
          La sociedad hoy en día quiere huir, escapar de la realidad que le atormenta y angustia, alejarse incluso del entorno más próximo, muchas veces (las más) de forma totalmente inconsciente. El uso de nuevas vías de comunicación fomenta la forma de crear un nuevo mundo dentro de esa cotidianeidad que nos intoxica.  Y a eso recurren por igual las personas que viven en pareja que los que duermen en solitario, los que tienen hijos o los que conviven con una única mascota, no importa quién forme tu mundo, como diría la canción de Dani Martin, “el hombre nace sólo, vive sólo y muere sólo”.
          Pero si esa soledad se comparte deja de ser angustiosa para convertirse en placentera. Hoy puedes estar en un rincón de tu hogar o bien rodeada de compañeros de oficina, siempre encontrarás alguien con quien compartir lo que sientes, lo que piensas o tal vez únicamente lo que no quieres ni expresar pero necesitas dar a conocer.
       Y ahí, en ese punto, está el whatsapp porque puedes elegir qué quieres decir, a quién se lo quieres decir  y cuándo se lo quieres decir, independientemente de distancias físicas y emocionales.  Luego ya llegarán posibles malentendidos entre amigos, conflictos amorosos e incluso peligros adictivos, lo único real es que cuando más gritos te envuelven más silencio necesitas, un silencio que es el verdadero germen de esta herramienta de “¿incomunicación?”.

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