El
futuro de una sociedad se gesta en un presente donde la oferta cultural es la
semilla más fácil para inculcar el abanico de principios y valores que hagan
prosperar a todo un pueblo. En este sentido, el asesinato cultural que las instituciones
políticas han infringido a la sociedad que me acoge, lleva años ofreciendo como
fruto el continuo mantenimiento en las responsabilidades de gobierno a actores
que, lejos de expandir la educación entre los ciudadanos, ha extendido un
bagaje ínfimo de alternativas culturales.
Servidora
no es poseedora de una educación cultural extensa en algunas artes, sin
embargo, como tantos y tantos ciudadanos, gusta de visitar Museos, acudir a
charlas, y visionar todo aquello que pueda aportar, no solo un mayor enriquecimiento
cultural, sino que, también, posibilite el acceso a esas emociones que solo
desde la contemplación de un cuadro, el disfrute del escuche de una obra
musical o el paseo entre esculturas se puede conseguir.
No
resulta sencillo evadirse de las preocupaciones coyunturales que cada individuo
ha de afrontar cotidianamente, pero si existe una posibilidad de conseguir esa
enajenación, es el ARTE. El Arte en todas sus expresiones es quizás el mayor de
los estímulos para una mejora social.
Por
esta razón, resulta enormemente gratificante comprobar cómo, en solo unos
meses, mi sociedad ha pasado del acceso limitado a determinadas acciones
culturales a poseer una amplia y diversa
cartelera rica en manifestaciones tan dispares como interesantes.
Hace
unos días tuve la oportunidad de visitar el IVAM. Mi última visita fue hace ya
algunos meses (tal vez años) para presenciar una exposición extremadamente
decepcionante, aunque envuelta de un halo mediático que ofrecía el famoseo del
artista. (Ahora sensación nada sorprendente tras conocer que en 10 años el IVAMdilapidó más de 10 millones de euros).
Solo
unos días después intenté aprovechar la oportunidad de visitar el Palau de la
Generalitat como simple ciudadana, un comentario en RRSS me ayudó a recapacitar
al observar la enorme cola de gente que se agolpaba para poder acceder al
mencionado edificio, “Esto es hambre de puertas abiertas, de
patrimonio, de conocimiento, de cultura…..”.
Ayer
mismo el Palau de les Arts iniciaba su programación de celebración de diez años
de su inauguración, con la programación de la ópera La Boheme. Un evento que,
según indican las crónicas, contó con “mucha
presencia de público y pocas corbatas”. El emblemático edificio va a ser
abierto (¡¡¡por fin!!) al público general con una campaña de precios asequibles
para acceso a sus obras programadas.
Es
decir, a la sociedad que, incapaz de pagar el precio desorbitado de las otroras
elitistas entradas del edificio “poseído” por las instituciones del PP que han
regido esta Comunidad los últimos dramáticos años, entrarán, o están entrando estos días, por
primera vez, en un edificio que no pagarán ni en varias décadas futuras.
Esto
es el acceso a la cultural que la ideología que ahora rige las instituciones
valencianas quiere facilitar. Estas son las decisiones que el pueblo siente
como positivas. Estos son los motivos que permiten creer en el futuro de esta
sociedad.
Porque
no resulta difícil invertir en cultura salvo que quien decida desculturalizar a
su pueblo sienta pánico por el sentir y el pensar de una sociedad que, solo
sumida en la ignorancia, podrá ser manipulada en conciencia, pensamiento e
intelectualidad.
El miedo a la cultura solo es el resultado de
la mediocridad de quien lo padece, por eso, ahora sí, Valencia vuelve a
recuperar el esplendor cultural que merece una tierra que hace solo unos años
vio nacer a Sorolla, Benlliure o Blasco Ibáñez entre otros.