domingo, 5 de junio de 2011

EL ANHELO VANGUARDISTA DE LOS MÉDICOS DEL DEPORTE

          Pertenecer a un universo profesional como el mundo del periodismo te permite  compaginar tu cotidianeidad con diferentes colectivos y a veces, si tienes suerte, incluso puedes convivir con ellos. El privilegio en este camino me acompaña y en la amplia gama de grupos que conforman mi tarea periodística he podido aproximarme a los médicos del deporte.
             Abandonar la atalaya desde donde otear sus comportamientos y poder participar de sus inquietudes, emociones y capacidades, me ha ofrecido la apertura de una perspectiva tan necesaria como apasionante para poder ampliar mi discurso y mis conocimientos, algo que debería ser casi obligación para cualquier narrador de noticias. Conocer para poder hablar en propiedad…una quimera en el periodismo actual pero en fin, eso es tema de otro artículo.
             Hoy mi ventana se abre para exponer mi elogio a los médicos del deporte, mi humilde reconocimiento a su labor y su permanente anhelo por superarse, mantener la agilidad del hábito de estudio, (ese que se diluye generalmente cuando abandonas la universidad), mi aplauso por su fascinación y por tener en la innovación un desafío.
            La medicina deportiva es un potencial en permanente desarrollo, su actividad requiere de una indeleble necesidad de continuo reciclaje. Por eso, convivir unas jornadas con los doctores te lleva a descubrir que les apasiona su profesión, se inmiscuyen en debates y en una continua curiosidad que los mantiene no sólo inagotablemente despiertos sino también avispados, vivaces.
            Los que se erigen en héroes del ocio, esos deportistas iconos mediáticos que destellan protagonismo, deberían elevar su pleitesía a esos galenos que diariamente se entregan para la exhibición y optimización de sus cualidades. Trabajan de forma sigilosa y son incontables sus atenciones para el deportista. Desempeñan su profesión desde el sentido de la responsabilidad y la necesidad de intimidad que les exige la realidad en la que cohabitan. Potencian la percepción y son tan intuitivos como efectivos.
    Por todo ello, mi más profunda admiración a los médicos del deporte y, en singular, a los médicos de fútbol. Soy sólo una voz tenue e insignificante, pero desde esta pequeña torre, mi ovación a la entrega de quienes siempre son vanguardistas en su actividad y serviles para el lucimiento de los ídolos de esta sociedad que tiene en el deporte no sólo el principal escaparate de ocio, sino también el indicador del estado de ánimo de todo un pueblo.

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