martes, 1 de noviembre de 2016

OT1, NUESTRO REENCUENTRO

Pues bien, ya hemos cantado, reído (cobra sí, cobra no) e incluso llorado, no por lo visto ayer en el concierto de OT, sino por el impacto emocional que supone comprobar que ninguno de nosotros es el mismo de hace 15 años. El tiempo pasa de forma inexorable.

La idea (comercialmente genial) de Gestmusic, de revivir la revolución que supuso el inesperado triunfo de un formato novedoso sobre un concurso musical ha sido tan exitoso como el fenómeno televisivo que se produjo (prueba irrefutable guste o no) en este país en noviembre de 2001.

La inocencia de un grupo de chavales aficionados y amantes de la música, que buscaban el sueño de subirse a un escenario y ser aplaudidos, reunió a muchísima gente ante la televisión allá por el 2001. Algunos jóvenes abandonaron temporalmente la soledad de la adolescencia (esa que te tenía horas encerradas en tu habitación estudiando, leyendo, escuchando música o hablando con amig@s por teléfono, en aquellos tiempos sin móviles ni uso generalizado de ordenadores domésticos) para sentarte en el salón junto al resto de la familia y ver cada lunes un programa de jóvenes aspirantes a cantante. Muchos incluso pasaron largas horas pendientes de las retransmisiones de las 24h, sin duda, lo mejorcito del éxito del programa.

Estaba todo milimetradamente cuidado. Los creadores dejaron poco espacio a la chabacanería. Había riñas de profesores por malos comportamientos, disciplina, trabajo y vida, mucha vida, de la real y no de la ficticia que prolifera en los realitys televisivos los últimos años.

 La personalidad con la que se diseñó OT1 emitía mensajes subliminales tan importantes como la necesidad de hacer deporte, ser puntual, leer, formarse y educarse en muchas más cosas de las que se pueden aprender en los libros pero extremadamente necesarias para afrontar la vorágine de una vida de adulto, que, como esos jóvenes, muchos de nosotros comenzábamos a atisbar con la salida del cascarón protector familiar.


El fenómeno fue social, en general, y económico para Gestmusic que encontró la gallina de los huevos de oro con emisión de discos semanales, revista del programa, colección de cromos y un largo merchandaising que acabó con una gira musical multitudinaria.

Los argumentos del éxito los originó un excelente casting que, no solo eligió voces sino personajes con los que mucha gente de la sociedad podía identificarse. Estaba el currante que dejó los estudios para trabajar en la obra y traducía todas las emociones en lágrimas, la madura que llevaba muchas horas de escenario en las espaldas pero estaba ávida de aprendizaje, la tímida, el/la pijo, el caradura necesitado de disciplina, el/la rebelde, el imberbe, la tímida, la ingenua…; con uno o varios de aquellos personajes de voluntad inicial indómita pero disciplinados se podían identificar miles de personas. Eso pasó y ahí radicó parte del éxito del programa.

Aunque como todo buen argumento, también se necesitaba una historia (o varias) de amor, especialmente en esa época donde las hormonas andan siempre alteradas. Y hasta en eso tuvo suerte Gestmusic.

El ReencuentroOT ha sido un exabrupto psicológico para espectadores  y protagonistas.

Para los exconcursantes (triunfadores o no) ha sido de nuevo un inesperado y suculento ingreso económico, pero seguro que también ha sido, en alguna medida (aunque solo sea para algun@s de ell@s) un ejercicio de humildad, al comprobar cómo el triunfo o el éxito les ha hecho perder la inocencia, descaro y dulzura, a unos más que a otros. Aunque lo peor (o mejor) es comprobar que nada es igual, nadie es el mismo. Ni ellos ni nosotros.

Revivir 15 años después aquellos momentos ha sido un terremoto emocional principalmente para los espectadores. La inocencia con la que afrontábamos la vida adulta estaba cultivada con los mismos sueños que los de aquellos chavales, pero también como ellos, algunos logramos llegar a la cima, pero muchos encontramos un territorio árido que nos obligó a abandonar la fantasía alimentada en el inicio del siglo XXI del éxito profesional, la construcción de la familia feliz, la casita en la playa y el coche en el garaje.

La sociedad ha vivido un deterioro consecuencia de muchos factores y no solo de una brutal crisis económica. Tal vez por ello, muchos hemos afrontado el OTReencuentro con la emoción del recuerdo de nuestra ilusión desbordante de hace 15 años, pero también con la nostalgia de comprobar cómo han menguado los sueños, el dolor ahora es vertical, hay hirientes ausencias y notables nuevas presencias, pero el paso del tiempo es ineludible.

Ese mismo discurrir de la vida nos ha demostrado, como a ellos, que el talento no puede comprarse pero sí desarrollarse. Por eso, algunos han alcanzado cuotas de éxito y otros se han mantenido en la mediocridad. La actuación de unos u otros en el concierto de ayer simplemente confirmó que el público ha convertido en estrellas a los que de verdad se lo merecían y, como escribió en un twitter el periodista Rafa Cano, “el resto son exconcursantes”.

En la vida real, la sociedad no ha sido tan justa repartiendo triunfos y con una coyuntura tempestuosa que ha construido murallas con las que batallar cada día, muchos de aquellos soñadores seguimos perseverando para sobrevivir. Mientras otros han trivializado algunas aristas de su carácter y han encajado mejor en los valores marcados para subsistir en esta sociedad del siglo XXI.

Aunque todos hemos perdido la pretensión adolescente de adaptar el mundo a nuestros caprichos para adaptar a los caprichos del mundo nuestras pretensiones.

Sin embargo, unos y otros hemos abrazado la nostalgia a la que nos ha invitado estos días Gestmusic. Proclives o no, seguro que muchos hemos soltado alguna lagrimita en alguno de los 3 programas emitidos o en el concierto de ayer, hemos reído con las mismas bromas que nos hicieron reír hace 15 años y hemos tarareado las mismas canciones que hace más de una década cantamos a imitación del grupo de triunfitos

No obstante,  hoy la vida vuelve a ser la misma que ayer. Perduran las mismas preocupaciones, seguimos esperando conocer quiénes van a dirigir desde el gobierno nuestro futuro, afrontamos el inicio de mes con el pago de recibos y el sol sigue en lo alto, por mucho que sigamos esperando el beso de Bisbal y Chenoa creyendo que la vida es una película romántica.

(Por cierto, que hasta con la historia de la pareja nos hemos identificado muchos, porque, como demostró ayer la fría y distante Chenoa, en la vida se  pueden tener varios novi@s o amantes pero siempre hay solo UNO que se acuna por siempre en el corazón, que sí arrinconamos consciente o inconscientemente  pero que si surge el momento, por mucho que escondamos o disfracemos sentimientos, tenerlo en la proximidad milimétrica de un abrazo y evitar posar los labios en los suyos es complicado. Incluso siendo conscientes que nada es igual).


En resumen, maremoto emocional el de Gestmusic para una generación (o varias) que ayer volvimos a sentarnos ante el televisor para dibujar recuerdos, hacer visibles sentimientos, redefinir contornos de nuestro pasado, retratar nuestro presente, pero sobre todo comprobar que irremediablemente la vida pasa y que nada es igual. 


P.D: Pues sí, yo soy una de esas románticas. Fan en 2001, asistente al concierto suspendido tras una hora de música en Valencia en mayo de 2002 y ayer llorona rodeada de sobrinos y con sueños rotos e ilusiones renovadas en este mismo momento.

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