sábado, 19 de noviembre de 2016

NO ES REVANCHA ES JUSTICIA

Cuando un país acoge una lucha fratricida entre hermanos, amigos y vecinos, ésta deja huella y heridas. No seré yo quien defienda ningún acto que supuso sesgar la vida de un ciudadano, pero, cuando se produce una contienda, siempre se resuelve ésta con un lado vencedor y otro vencido y es precisamente éste quien protagoniza los más viles castigos postconflicto.

Aquellos que hace 80 años defendieron el sistema legal vigente en el país son los que, durante cuatro décadas sufrieron persecuciones, condenas, penalidades, represión, linchamientos…Todos ellos purgaron por su defensa del estado democrático en el que vivían, eran ellos y ellas quienes defendían su tierra, su familia y lo más importante LA LEGALIDAD.

Quizás por ello, el perdón subliminal que decidieron firmar vencedores y vencidos tras la muerte del dictador hace 40 años no fue suficiente para algunos de ellos que han visto juzgar ante tribunales internacionales a otros dictadores como Pinochet, Manuel Noguera, Efraín Ríos, Hosni Mubarak, Hussein, Ceaucescu y hasta el mismísimo Adolf Hitler.



Todos ellos han sido condenados internacionalmente por sus crímenes de guerra. Sin embargo, como bien comentaba hace unos días el expreso republicano Josep Busquets en un emotivo acto en el Monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia convertido en penal durante décadas, “Franco lo dejó atado y muy atado para que nadie juzgara su régimen, alzamiento y posguerra”. Una posguerra que dejó en España en 1940 más de 175.000 presos (hombres y mujeres) y cerca de 40.000 condenados a muerte.


Tras cuatro décadas de democracia, recuperar la memoria histórica no debería herir a nadie. Todos, de unos y otro bando, aceptaron hace unos años la necesidad de pasar página para poder afrontar el futuro como un único colectivo.

No obstante, todos aquellos postergados afrentados durante décadas, algunos de ellos desterrados, otros aislados y algunos huérfanos o mutilados por la ley impuesta a base de un golpe de estado destructor de un sistema democrático, merecen el reconocimiento general a su lealtad. Al fin y al cabo, ellos y ellas fueron los más leales a su país porque fueron ellos (los castigados) los que defendieron la legalidad, su estado y su patria.

Por eso, actos como el vivido hace unos días en el mencionado, Monasterio de San Miguel de los Reyes como homenaje a los valencianos recluidos y/o fallecidos entre sus piedras en un emblemático edificio  (denominado “el Escorial Valenciano”) convertido en penal durante décadas, no restituye ni uno de los sufrimientos de los reclusos políticos y sus familiares, pero sí restaura la honradez y honestidad de unos seres condenados únicamente por ser honestos con su gobierno y su país.

Todos deberíamos reconocer  que hubo una guerra civil cruenta para ambas partes; pero a ella le siguió una posguerra sanguinaria sufrida SOLO por los vencidos. Fueron solo a ellos a quienes  los protagonistas del levantamiento, no contentos con vencer, se ensañaron en purgar y destruir con muerte y miseria.

A todos esos miles de desaparecidos, muertos, prisioneros, deberíamos TODOS honrar, porque no se trata de querer revancha ni venganza, se trata de justicia y dignidad, conceptos que deberían ser obligatorios para poder construir en paz el futuro, porque para seguir adelante es necesario curar las heridas…pero, como dijo Paulo Coelho, “para ello se ha de tener el valor de afrentarlas”. Solo asumiendo la realidad del pasado haremos justicia y recuperaremos como país la dignidad para construir un hoy y un mañana  libre, moral e íntegro.


Ya lo dijo el escritor y periodista Eduardo Galeano “La impunidad premia el delito, induce a su repetición y lo hace propaganda: estimula al delincuente y contagia su ejemplo”.

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