Vale,
¡por fin es viernes! ¿Y qué?,
Recuerdo que en un medio de comunicación (no
recuerdo si fue radio o tv) se creó un programa de bastante audiencia bajo el título
de ¡por fin es viernes! Todo lo bueno sucedía en viernes, era la gran fiesta, ni
el sábado convencional ni el domingo de relax, el día grande era el viernes.
Sin duda, eran otros y muy diferentes tiempos.
Hoy para muchos el ¡por fin es viernes! se ha
convertido en un látigo que golpea directamente el alma. El viernes nos
recuerda que se acaba una semana laboral en la que no hemos hecho nada, han
sido unos días vacios que caen para sumar uno más en nuestra vida, son hojas del calendario que pasan sin una mínima
anotación de tareas pendientes a realizar.
Escribe
Albert Espinosa en el libro “Brújulas que buscan sonrisas perdidas” que “puedes
ser, todo lo que quieras llegar a ser” aunque muchos días, muchas épocas “Las
mañanas son difíciles, las tardes duras y las noches imposibles” (A. Espinosa ).
Amanecer
bajo un sol radiante te obliga inevitablemente a abrir los ojos y mirar la luz.
Entonces te tomas un respiro. Las mañanas son difíciles. Pero las piedras siguen su marchan rio abajo y
llega el precipicio. No puedes evitar pensar en la caída. Buscas un atajo. Suspiras.
Hay que lograr no perder el paso, te das la vuelta y oteas otro sendero.
En
ese instante cae la tarde. Estás solo en la vereda. Cesan los ruidos, llega el
silencio, los lamentos invaden el viento. Las tardes son duras. Suspiras a todo pulmón. Recuerdas
la mala costumbre de perder el tiempo en falsos sueños.
Esos
sueños que son los damnificados al llegar a la oscuridad. Hoy ya no existen,
marcharon. De repente, solo hay pesadillas. Cada intento de sucumbir en
penumbra es anulado por la angustia
generada por tantos anhelos. No consigues seducir a Morfeo, le entregas los
besos guardados, le ofreces los abrazos sacrificados, pero nada. No te mece en
su regazo, no te mesa los cabellos…Las noches son imposibles. Abrazado a la
almohada a la espera de un respiro, un alivio de esperanza, de confianza, de
ternura, de amor, de paz…
¿Dónde
está esa brújula que nos permitirá encontrar la sonrisa?...
Aquella sonrisa perdida.... casualmente un
viernes.