Desde 1998 el Chelsea no comenzaba la
Premier League sin ganar en las dos primeras jornadas. Hoy, tras no conseguir
ganar en casa en la primera jornada, ha sucumbido 3-0 ante el Manchester City. Si
hace una semana fue la Dra Eva Carneiro el foco que permitía desviar la
atención sobre la inoperancia técnica de un equipo diseñado para aspirar a la
cima, hoy las posibles críticas al todopoderoso José Mourinho se han diluido
con el anuncio del fichaje de Baba Rahman minutos después de cerrarse el
encuentro liguero.
El argumento es banal, se estudia como
asignatura primordial en los estudios de comunicación, es sencillo. Buscar
informaciones que encubran, en este caso, las posibles críticas tácticas, es
decir, oculten o disimulen los comentarios que puedan enjuiciar la que debería
ser única labor profesional de un entrenador, el trabajo técnico y táctico de
una plantilla.
Será
injusto no reconocer la enorme capacidad (e incluso la genialidad psicológica)
que posee José Mourinho para crear informaciones, gestionar los tiempos
mediáticos y controlar aquello de “el entorno” que ya J.Cruyff hizo famoso.
Sin embargo, hay decisiones que,
simplemente, por el contenido subliminal que representan no deberían quedar
únicamente como una serpiente mediática del mes de agosto. La feroz crítica
(PÚBLICA) de Mourinho respecto a la actuación de la Dra Eva Carneiro la pasada
semana, no debería dejar de ser silenciada o disfrazada por el paso del tiempo
y la capacidad de devorar noticias que el ritmo de la actualidad (y más el
mundo del fútbol) posee.
Esta vez, el idolatrado, a igual que
defenestrado entrenador portugués, volvió a burlar todas las reglas éticas,
educativas, profesionales, etc.etc. en beneficio de otras que solo él dicta y
ejecuta, cual emperador de afán dominador.
El
técnico portugués olvida demasiadas veces que el fútbol ya tiene sus reglas, y
que en el universo del deporte, como en la vida, a veces, no es quien hace más
ruido el único poseedor de la verdad.
La feroz, pero no por ello, premeditada,
crítica vertida en la rueda de prensa posterior al encuentro contra el Swansea
contra el cuerpo médico asistente en el campo de Mourinho, es mucho más que una
pataleta de consentido, malcriado y tirano. Al mencionado personaje se le puede
acusar de muchas cosas, pero nunca se le puede negar que todas sus decisiones
están realizadas con premeditación y alevosía. De nuevo, inteligentemente volvió
a utilizar a los medios para, esta vez, tratar de forma irrespetuosa a uno de
los colectivos más indefensos del universo futbolístico: los médicos de equipos
de fútbol.
Y no, no es la primera vez ni el primer
equipo en el que Mourinho se muestra intolerable y maleducado con un cuerpo
médico. Mucho antes que la Dra Eva Carneiro ha tenido víctimas que acumular en
su mochila de equipos mucho más cercanos, respetadísimos profesionales que, por
una y otra razón, no sucumbieron al personalismo del portugués. Es por tanto,
la actitud reiterativa del grosero personaje la que debería ser censurada.
Desde hace años, son varios los casos que,
desde diferentes ámbitos, han vulnerado demasiadas veces la dignidad del
colectivo médico de los equipos de fútbol. Comentarios periodísticos, críticas
de entrenadores, decisiones de club, el médico de fútbol se ha convertido en
una fácil diana. Mientras que son pocos,
muy pocos, los que luchan por dignificar una profesión que, diariamente exige
unas capacidades, esfuerzo y sacrificio personal que muy pocos profesionales
disponen el compromiso de asumir.
En España, desde 1989 la Asociación de Médicos de Equipos de Fútbol, AEMEF, (que ya nació como respuesta al ninguneo a
que pretendían someterlos algunas instituciones) trabaja diariamente por la
dignificación del ejercicio de la medicina en un equipo de fútbol. Y eso,
principalmente eso, es lo que ha vulnerado Mourinho en su club los últimos
días.
La respuesta del Grupo de Médicos de la Premier League (Premier League Doctors’ Group) con la emisión de un comunicado
en el que defendía la profesionalidad de los médicos de fútbol ha estado
respaldada las últimas jornadas por la FIFA que, en la persona de Jiri Dvorak, también ofrecía la necesidad de la defensa de la
labor profesional de los doctores.
Como reflejan ambos escritos, en un
globalizado mundo del fútbol, tal vez ha llegado el momento de poner de relieve
el papel de un médico de fútbol, que incluso en los lances de juego “tiene
la obligación y el deber de asistir a su paciente”.
El médico y el árbitro son los
principales actores en la salvaguarda de la salud de los futbolistas sobre el
terreno de juego. Solo ellos pueden considerar primordial la atención al futbolista,
independientemente del momento en el que se desarrolla el juego.
Por eso, es tan irresponsable, la
actuación de Mourinho en esta ocasión. Porque, como indica el colectivo de
doctores de la Premier, este tipo de controversias personalizadas por estos
todopoderosos iconos del fútbol pueden hacer entender “que la atención médica a los
jugadores sea secundaria al resultado del juego”.
Y señora y señores, ni en el fútbol debería
olvidarse que “con la salud no se juega” y que siempre, el respeto, también en
el fútbol, al menos entre profesionales, debería ser no solo lo primero, sino
lo único.