El mundo futbolístico ha vivido hoy una nueva jornada de sobresalto, de nuevo la televisión era testigo del desplome inerte sobre el terreno de juego de un futbolista en el transcurso de un partido. El encuentro enfrentaba al Salamanca y al Betis y el jugador que perdía el sentido Miguel García, un joven de 31 años que caía sobre la hierba después de sufrir una parada cardiorespiratoria.
La imagen desoladora de los compañeros de equipo con lágrimas en los ojos y totalmente desconcertados encojía el corazón del espectador, recuerdos de compañeros fallecidos de muerte súbita se plasmaban en imágenes de todos cuantos presenciábamos el partido del Helmántico. Pero esta vez el cumplimiento de la ley y la excelente colaboración entre los servicios médicos del Salamanca y del Real Betis Balompié evitaron la tragedia.
Un desfibirilador le permitió a Miguel volver a la vida. Sin aires de tremendismo ni aureolas alarmistas mediáticas, la realidad ha reafirmado la necesidad de cumplir la norma que establece la obligatoriedad de la presencia de este instrumental médico en cualquier instalación deportiva. No tiene calidad de ley pero a iniciativa de AEMEF la LFP fue sensible a esta demanda hace ya cuatro temporadas y su utilidad se ha mostrado imprescindible.
Esta vez ha sido vital esta situación para solventar una coyuntura que ha tenido a Miguel García durante unos minutos con la pérdida total de conocimiento, la Asociación Española de Médicos de Equipos de Fútbol se muestra intransigente ante la exigencia de disponer de un desfibrilador allá donde se dispute un acontecimiento deportivo. Hoy la desgracia se ha evitado por ello. Por eso, desde todos los estamentos que participamos en la familia deportiva se ha de ser tenaz e intolerante con las neglicencias o incluso, en algunas ocasiones, con el abaratamiento de costes, como argumentos esgrimidos a modo de excusa para no tener un desfibrilador en el lugar donde se desarrolla un evento futbolístico.
Hoy la labor médica y el perfecto funcionamiento del instrumental necesario para situaciones imprevistas ha salvado a Miguel García. No permitamos que un descuido nos arrebate una vida porque la vida no tiene precio.
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