Morriña, añoranza, nostalgia…recuerdos.
Hoy se cumple el vigésimo aniversario de la inauguración de los JJOO de
Barcelona y esa imagen en el personal libro de vivencias hace recordar el
significado que el evento deportivo significó para toda una generación.
Jóvenes, lozanos, con una democracia todavía imberbe, este país protagonizó y
acogió un acontecimiento deportivo que
superaba las barreras de la inferioridad en la mentalidad de toda una sociedad
que parecía vivir fuera del inevitable avance experimentado en el mundo el
último tercio de siglo XX.
La irrupción de la modernidad en
un país sometido durante 4 décadas a una dictadura encontró un punto de
inflexión con un evento que, no sólo abría un paso al país en el mundo, sino
que también diluía de un plumazo ese sentido de inferioridad que atenazaba a
todo un pueblo.
Las escenas que se acunan en el
recuerdo son tan singulares como los sentimientos que originaron, como las
emociones que ahora evocamos con ese espíritu de melancolía que se acomoda en
cualquier mirada retrospectiva. La entrada del equipo olímpico al Estadio de
Montjuich, las lágrimas de la hija del Rey, esa plata en waterpolo, la carrera
de Fermín Cacho, Samaranch, Freddy Mercuri y Monsterrat Caballé, el encendido
del pebetero olímpico, el básquet y
EEUU, el “amigos para siempre”, Cobi….
Puede que Jorge Manrique
estuviera en lo cierto y que cualquier tiempo pasado fue mejor, hoy, veinte
años después, cuando la zozobra es generalizada en el ánimo deprimido de la
sociedad volver la mirada para mirar atrás supone arrancar la emoción y pensar que sí, que aquello fue mejor.
El cambalache de este siglo XXI
ha superado la perspectiva de desarrollo de todo un continente. Nuestra
perspectiva ya no es tan deleitosa como aquel 25 de julio del 92 en el que
nadie era culpable de nada y todos acudíamos al deleite de considerar que
nuestro púlpito era el perfecto, nuestra mirada la correcta y nuestro futuro
inefable.
Fue quizás esa unión la que nos
hizo cohabitar con las estrellas, vivir desde el universo del optimismo y
respirar en positivo. Tal vez son esos los recuerdos que más se añoran y tal
vez, puede que sólo tal vez, debiera ser ese el recuerdo al que más deberíamos
aferrarnos para poder mirar adelante. Algo tan sencillo pero que cada día se antoja más complejo.