lunes, 4 de junio de 2012

EL PELIGRO DE LAS REDES SOCIALES PARA EL PERIODISMO

           Que las redes sociales han invadido la cotidianeidad de la sociedad es más que una obviedad. Sucumbir ante la tentación de inmiscuirse en conversaciones grupales, chats o esa permanente conexión al móvil se ha convertido en una imposible tarea. Para algunos, la independencia de las tecnologías nacidas en el siglo XXI es imposible, más bien al contrario, no perder contacto con la red se convierte en premisa casi vital para afrontar cualquier jornada al margen  de su versión profesional.

          El alud informativo que ha generado la primera opción de los responsables federativos para la “censura” de la utilización de las redes sociales por los futbolistas durante la celebración de la Eurocopa ha hecho claudicar a los responsables para permitir que los chavales por ejemplo, twitteen.
        La grieta que la decisión podría originar ha llevado a rehacer el código de convivencia diseñado en un principio por los responsables federativos. Ahora, la responsabilidad ha de ser de los que se encargan, a veces  en exceso, de vociferar, la mayoría de las veces, nimiedades que encuentran con avidez eco en la práctica totalidad de la serpiente mediática que genera una competición entre selecciones nacionales en época estival.
          Para determinados foros es un auténtico filón esa adicción de esos personajes que deciden dejar de preservar su intimidad para exponerla en las redes sociales. Fotos con amigos, lugares visitados e incluso en ocasiones, también escenas familiares con la pareja, hijos, hermanos o padres ocupan el tiempo de personajes sociales.
             No voy a ser yo quien se encargue de satirizar lo que se ha convertido en una herramienta básica para el desempeño de la profesión periodística; sin embargo, produce cierto rubor comprobar demasiadas veces como muestran sus carencias personajes que son idolatrados por la sociedad no precisamente por sus dotes literarias.  
              No obstante, la satisfacción por el cese de la “censura” ha supuesto la “liberación” de esos jóvenes que parecen necesitar exhibir anécdotas, situaciones que seguirán nutriendo informaciones que, cada vez más, invaden la bendita profesión de contar cosas…eso sí después de investigarlas, trabajarlas e incluso tamizarlas.
             Hoy las redes sociales son el principal arma del periodismo pero, cuidado, la coyuntura crítica ya está limitando mucho el acceso laboral a los profesionales y poca ayuda supone dedicarse a vociferar lo que cuentan los propios protagonistas. El periodista encumbraba su oficio de “correo” pero esta tendencia está envileciendo precisamente una tarea que es mucho más que ser correo.

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