Aquí estamos
otro 8 de Marzo girando el mundo
alrededor de la mujer. Reportajes, programas de radio tematizados, coloquios,
exposiciones, videos y, en este siglo XXI, hasta el washap se bloquea con la
recepción de mensajes, emoticonos, gif. Todo son reivindicaciones,
felicitaciones, frases, ideas, intenciones…palabras.
Es genial que,
aunque sea solo un día, se olvide si la mujer tiene vulva o pene y se recuerde que
la participación femenina en los órganos de
dirección de las empresas del IBEX 35 era solo del 11,75%, que solo un 30% de las mujeres
españolas son empleadoras o que en 2017 ya han muerto por violencia
de género 27 mujeres.
Sí, es positivo
que hoy se recuerde que la mujer no salió de la costilla de un hombre, sino que
es igual que el hombre, aunque es mucho más importante que convirtamos en
hechos las palabras, en realidad las intenciones y en osadía los pensamientos.
El día que llegue ese momento significará que
esta sociedad habrá evolucionado y no será necesaria la existencia de un día de
concienciación social de reivindicación o de reclamo.
Mientras tanto,
¿qué pasará mañana?
Mañana
continuarán existiendo (que los hay) los colegios solo de chicos y solo de chicas,
seguirán los políticos luchando por cuotas de paridad en lugar de “meritoriedad”,
las muñecas seguirán siendo el primer regalo de una niña, tendrás que intentar no acudir a una
entrevista de trabajo con minifalda ni escote para que lean el cv y no
escudriñen tu cuerpo. Seguirá alguna
joven famosa y guapa diciendo cosas como éstas “soy como todas las mujeres…nacidas
para criticar y criticarnos a nosotras mismas”.
No es bueno
instalarse en el desencanto, pero tampoco es positivo esconder la realidad
durante 24 horas. El camino se hace andando y solo existirá la igualdad social
real cuando, como dijo Clara Campoamor el pasado siglo, "se considere a la
mujer simplemente como un ser humano” y ella dignifique su valor humano,
apuntaría yo.
El hombre y la
mujer jamás serán iguales, ni genética ni física ni emocionalmente nuestros
cuerpos responden igual. Pero no por ello uno es inferior a otro. Esa debería
ser la auténtica pretensión.
Sería un acto
de soberbia apuntar las ventajas de un liderazgo femenino, aunque, seamos
realistas, ¿acaso no es la mujer la que lidera el hogar?
Conferir un
cariz singular a la mujer no es positivo. La sociedad que quiere avanzar no
requiere de paridad numérica, necesita autenticidad, calidad, aptitud,
eficacia, bondad, talento, competitividad, habilidad, maestría, preparación y
todo ello debe estar al alcance por igual al ser humano que es el hombre y al
ser humano que es la mujer.
Y para ello,
tan importante es la reivindicación como la actuación. Si las mujeres ocupan
casi el 70% de las aulas universitarias en España, por qué muchas se o nos
rendimos en el camino. Como dijo Hortensia Roig en una magistral tertulia de
HORA 25 en Valencia, “las mujeres deben
atreverse”.
Tal vez, ése
sea el verdadero problema, el exceso de autoexigencia, de querer llegar a todo;
la obligación social de tener que ser madre para completarse personalmente; la necesidad
de elección entre la familia y el trabajo; la ausencia de osadía, el
conformismo.
Las mujeres
hemos avanzado pero, como bien apuntó en ese mismo coloquio anteriormente
mencionado, la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra, “las
mujeres hemos conseguido el espacio público (en parte) pero falta que el hombre
conquiste el espacio privado”
Solo cuando se
obtenga el compromiso en el ámbito privado se podrá avanzar al terreno público.
Mientras la “mamá sea la que haga la compra y arregle la casa”, como apuntaba
un niño en el referido programa, de muy poco servirá utilizar como estribo reivindicativo
cada 8 de marzo si éste no se rentabiliza en un caudal para actuar.
Y para ello,
como también se apuntó en la tertulia anteriormente mencionada, tan importante es la
acción del hombre como de la mujer, porque es imprescindible que el hombre se olvide de la palabra compatibilidad
y acuñe el término colaboración. Cualquier otro camino está abocado al fracaso
o al triunfo parcial y no al compromiso real.
La aportación del
hombre para conseguir que el desarrollo social, político y económico de la
mujer sea un hecho precisa de su aportación y no de una indolente defensa. Porque como dijo el francés Charles Fourier “ La extensión de
los derechos de la mujer es el principio básico de todo progreso social”.