La luz del flexo hoy parece
demasiado tenue. Respiro hondo para intentar desenmarañar ese nudo en la boca
del estómago. Hace calor, casi 20 grados, solo hace unos días era imposible
imaginar este bochorno. Abro la venta. La brisa es suave a orillas del mar y la
luna…la luna es creciente, pero alumbra reluciente. Brilla demasiado, quizás
porque estamos en esa época en la que, dicen los agricultores, es la de mejor
siembra. Posar hoy una semilla permitirá que brote con más fuerza, ofrecerá
cosechas abundantes. Ya lo decían las abuelas, inicia un proyecto en cuarto creciente y los
resultados serán pujantes.
Sin embargo, yo hoy no he hecho
las cosas bien. No he empezado nada, más bien lo contrario, he mirado atrás, he
vuelto a sentir el pellizco en las entrañas, el dolor en el corazón, la emoción
en la garganta. Son más de tres años y,
duele. La herida no sangra, pero escuece. Y quema, abruma, irrita…duele.
Tras algunos momentos de
incertidumbre y algunas dudas, ha podido más la atracción del cartel que el
miedo al recuerdo y he sucumbido a la oportunidad de ir a vivir en directo la
realización del programa HORA 25 de la Cadena SER en Valencia. He guardado
cola, unos minutos (bueno, bastante rato, aunque al final he tenido la suerte de tener
un sitio privilegiado), pero he logrado entrar a la sala de emisión cuando los
técnicos probaban sonido, Àngels Barceló,
la presentadora, la locutora, la periodista, repasaba sus notas, apuntaba
algunos detalles, mientras desde la esquina derecha del escenario el técnico y
la productora daban la última señal para que se acomodaran las primeras
invitadas de la noche.
Y con la sala de la Fundación
Bancaixa abarrotada comenzaba HORA 25 especial desde Valencia a las 21h. Las luces de la sala se apagan y ahí cae mi
primera lágrima. Por primera vez desde aquella maldita noche del 28 de
noviembre de 2013, iba a presenciar un programa de radio en vivo como mera
espectadora. Esta vez no tenía que estar
pendiente de las pausas de publicidad, no tenía que mirar cómplice al locutor
para indicarle un dato, no llevaba cascos con órdenes desde el estudio. Hoy
estaba sentada entre el público, era una más de las decenas de personas que estábamos
allí para presenciar un programa de radio, para ver en directo a algún
personaje, para escuchar en vivo un debate….o para… vivir la radio.
Porque la radio se vive, es el
único medio de comunicación que, al menos a la gente mayor de la generación de
los millenials, siempre nos ha acompañado. Como ahora, aquí lo vuelve a hacer
conmigo. La radio, siempre la radio, mientras miro de nuevo por la ventana me
percato que ahí está sonando como un susurro en la habitación de fondo un
programa deportivo. Sí, por muchos intentos de abrir nuevos caminos
profesionales, soy incapaz de superar viejas costumbres como la de acompañar
las últimas horas de la noche con la compañía de la radio mientras leo, escribo…
Repaso el terremoto emocional vivido.
Los primeros momentos han sido
intensos. Una mesa compuesta únicamente por mujeres, ilustradas, preparadas,
cultivadas, exitosas y valencianas. Mónica Oltra, Soledad Jiménez, Hortensia
Roig, Teresa Gisbert, Ana Lluch, todas ellas sobradamente preparadas y
representativas de esta parte más cercana al Mediterráneo donde mejor florece
el azahar.
Mujeres hablando de la mujer en
la semana de la mujer. Y lo hacen tras escuchar a una madre que con su bebé en
brazos ha querido también estar ahí para ver, escuchar, aprender, opinar.
“Las mujeres se tienen que
atrever” afirma Hortensia Roig. Bravo. Osadía, audacia, ímpetu. A las féminas se nos
reconoce estos valores, pero tiene razón
Hortensia, no es menos cierto que, en demasía, somos precisamente nosotras las
que nos autocensuramos por miedos, temores, pavor. Horror al fracaso. Porque
sí, como dice la vicepresidenta del Consell Valencià, Mónica Oltra, “la mujer
ha conquistado el espacio público, pero falta que el hombre conquiste el
espacio privado”.
De nuevo bravo. La mujer ya ha
salido del hogar para formarse profesionalmente, la investigadora Ana Lluch
apunta que el 70% de las estudiantes universitarias son mujeres, pero solo el 10%
llega a ocupar cargos de responsabilidad.
Y surge la culpa, la mujer como
madre, con los derechos y deberes que ello implica, o que nosotras nos
empecinamos que implique. Y el debate se encauza por ahí en un momento donde
está muy de moda eso de la “conciliación familiar”.
Sin embargo, como dice un niño en
la encuesta que ilustra unos momentos el debate, “mi madre es la que va a la
compra”. La madre, la matriarca, la que ha de “conciliar” trabajo en casa y
trabajo como profesional. Eso no es conciliación. Como apunta la fiscal Jefe de
Valencia. Teresa Gisbert, “la conciliación y la corresponsabilidad no ha de ser
desde la perspectiva de la mujer, ha de ser de todos”. Y aquí unánime la mesa
concluye que el avance de la mujer en la sociedad es una tarea de todos,
hombres y mujeres.
Esa es la realidad que yo
comparto. Las mujeres solo asumiremos poder en la medida que el hombre nos ayude a ese
empoderamiento, porque éste no puede ser limitado al sexo o a la condición de
hombre o mujer sino a la meritocracia.
Y desde una butaca pienso en
cuántas mujeres han (hemos) abandonado (o aparcado en un momento determinado) la
vida personal por perseguir la realización profesional, por sumar méritos
laborales y hoy….hoy queda la duda de si valió la pena aquel sacrificio. Si fue
una buena decisión no subirse a aquel vagón, si no coger aquel tren por no
perder esa oportunidad laboral ha servido para algo…
La respuesta no es objetiva.
Realizarla desde la perspectiva que te ofrece un puesto de trabajo remunerado y
reconocido es sencilla, por supuesto que valió la pena “postergar” lo personal
por el éxito profesional.
Sin embargo, responder a la cuestión cuando,
tras más de dos décadas de ejercicio profesional te ves despojada de tu puesto
de trabajo, te genera dudas la
respuesta. Sobrevivir a un vacío laboral con más de 45 años de edad, es
complicado. Y entonces piensas que, quizás, aplazar el compromiso de pareja,
demorar la maternidad por la pasión a una profesión no fue una buena opción porque
ahora te hayas ante un hueco profesional y la ausencia de una familia propia (entendida
ésta como la formada con una pareja y unos hijos)…De nuevo una lágrima.
No obstante, la pasión del debate
te devuelve a la realidad y a la necesidad de ser agente activo en una lucha
que continua viva y necesaria por el reconocimiento de igualdad social,
económica, política, cultural, jurídica y hasta ideológica que merece la mujer.
Imbuida de ese espíritu
reivindicativo contemplo el cierre de la primera parte del programa. Además,
suena en directo y en acústico La Habitación Roja con su “Albufera”, y el ánimo
te devuelve el orgullo de estar aquí hoy
y ahora.
Se acerca la tertulia política y
un joven periodista valenciano residente en Madrid, José Luis Sastre, realiza
un sobresaliente retrato que, entre ironía, audacia e inteligencia, describe la
visión de una Valencia catapultada a la actualidad por su simbiosis con la
corrupción. Dibuja una tierra cuya luz, sol y olor va más allá del cuadro
pintado desde los poderes fácticos durante más de dos décadas. Una tierra
envilecida por el “Trump” valenciano (Alfonso Rus) y por todos aquellos que
hicieron de nuestra tierra su cortijo y utilizaron nuestro “meninfot” para
engrandecer su riqueza.
PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos ya
están ubicados en la mesa. El aforo ha cambiado su fisonomía. Muchos marcharon
tras la primera mesa de debate y al reclamo de la presencia del, hasta hace
poco, número 2 de la agrupación morada, Iñigo Errejón, jóvenes universitarios
(de ambos sexos) ocupan ahora las primeras butacas.
Tras la sublime introducción de
José Luis Sastre, arranca el debate político.
El público estaba ideológicamente muy marcado,
motivo que obligó a Àngels Barceló a pedir calma tras recibir la audiencia con
abucheos la primera intervención del representante del Partido Popular.
Señor
Barrachina, su rol era difícil esta noche, tal vez por ello, la presentadora, a
la finalización del debate, hizo un gesto como pidiéndole perdón. No era fácil su papel hoy,
no estaba en esa plaza de toros que tanto le gustaba a Rajoy, Camps and Company,
pero además, Sr. Barrachina, ante una sociedad que ha sufrido las corruptelas
de sus compañeros de partido no puede esgrimir algunos de los argumentos que ha
lanzado.
Porque en esta sociedad, la corrupción no ha sido solo dinero, el daño
no ha sido solo político o económico, esta zona mediterránea, que como
extraordinariamente apuntó José Luis Sastre, “no es el Levante Español”, el
daño realizado por el PP no solo ha sido indecente y miserable, también ha sido
ético y lo que es peor, en muchos casos, ha sido moral y psicológico. Porque
deprimente es saber que tus niños están en barracones estudiando con goteras
porque un expresidente se empeñó en pasearse con un Ferrari rojo descapotable
por un circuito de velocidad (urbano, con el consiguiente deterioro del Puerto
que eso ha supuesto para la ciudad), y así…son tantas las heridas Sr.
Barrachina.
No era fácil hoy su
representación, pero tampoco ha sido listo. Se ha visto superado por todos
lados, incluso por el público, ávido de responder él mismo a sus banales
argumentos. Hasta sus “amigos” de Ciudadanos (cada vez más desconcertados por
las burlas subliminales y el escaso respeto con que están siendo tratados por el
presidente del gobierno y el Partido Popular) ha tenido su particular debate
con el representante defensor del “imputado” compañero de partido y todavía hoy
presidente de la Comunidad de Murcia.
Soraya Rodríguez ha representado
bien a “su” partido socialista, ha sido contundente, directa, clara pero, no sé
yo si a Susana Díaz le habrá gustado tanta claridad. A Errejón sí, al menos así
lo dejaba entrever cuando aseveraba con un leve movimiento de cabeza compartir
las argumentaciones de la ExSecretaria de Estado de Cooperación.
Sin embargo, él ha sido mucho más
elocuente. Mal hará Pablo Iglesias de desprenderse de quien, hoy por hoy, es su
mejor aval político, su mejor ideólogo y, tal vez, la cara más amable de un
partido (o agrupación política) que nació indignado pero que requiere ya de un
aire más cordial y sociable si no quiere volver a perder votos por esta tierra. Porque, al menos hoy, se ha podido comprobar
que el grueso de simpatizantes de Podemos en Valencia es Errejonista.
Concluye el debate y vuelve La
Habitación Roja y con su segundo tema de la noche decido marchar.
Con la noche
cerrada y Valencia casi desierta paseo hasta el coche con una añoranza extrema
por el ayer (ese que jamás volverá) y con una sed insaciable de radio. Porque
para quien ha vivido “en” radio, es difícil, muy difícil, no quebrarse ante el
medio de comunicación más vivo y más real que ofrece la comunicación.
Gracias a
HORA 25 y su excelente equipo y GRACIAS RADIO, aunque resulte insaciable
cubrir, aun con excelentes programas, la sed de radio que un “golpe de estado”
un 28 de noviembre de 2013 me dejó en los labios, el corazón y el alma.