Finalizado el tan “explotado” año
Cervantes conmemorativo del IV centenario de la muerte del escritor Miguel de Cervantes Saavedra, para muchos el escritor más célebre en lengua castellana,
para otros un excelente escritor glorificado quizás en exceso, llega el momento
de otro personaje cuya obra contemporánea llegó a ser una de las más prolíficas
y elogiada en Europa y una amplia parte de Sudamérica y, casualmente, un admirador incondicional del dramaturgo castellano.
Sin duda, el autor del QUIJOTE
fue un artista de las letras poliédrico con importante obra en novela, teatro e
incluso poesía pero, con perdón, ¿no es exagerada la idolatría con la que se le
rinde homenaje y pleitesía a quien, no obstante, reconozco un genio clásico de
las letras?
Mucho más cercano nos queda el
otro personaje anteriormente referido y no excesivamente alagado, quizás por su
compromiso político, su talante inconformista, su permanente espíritu
reivindicativo o por su aventurera vida. Sin embargo, finalizado el 2016 de
Cervantes, llega el 2017 de Don Vicente Blasco Ibáñez, de quien en este año
recordamos por cumplirse el 150 aniversario de su nacimiento.
Otro genio de las letras a quien,
al menos, la ciudad que le vio nacer
debería aprovechar la fecha para rendirle la pleitesía negada durante su
azarosa vida. Vicente Blasco Ibáñez dispone de una dilatada y honrosa
trayectoria como escritor, periodista, político, ciudadano y vecino del PobleNou del Mar, el Distrito Marítimo de la ciudad de Valencia que en los años de
juventud de Don Vicente constituyó un municipio independiente de la ciudad del
Turia.
Varias son las iniciativas que comienzan
a despuntarse de un valenciano fallecido en la Costa Francesa donde murió tras,
en diferentes etapas de su vida, por su decidido carácter revolucionario, haber
pasado por exilios en París, Italia o Sudamérica, lugares donde fue acogido como
celebridad.

Este Cabanyal, Canyamelar, Grau y
Malva-rosa, nuestro viejo Poble Nou del Mar, donde Blasco Ibáñez nació y vivió y
del que muestra sus costumbres, sus
rutinas, su peculiaridad y hasta sus tradiciones en buena parte de su obra,
podría ser, en este centenario de la muerte de su histórico vecino, punto de
encuentro de tan merecido homenaje.
Tras sobrevivir al empeño del
otrora partido gobernante en la ciudad de desarraigar al distrito marítimo valenciano
de su propia historia y singularidad, convertir ahora al barrio en la sede de
las celebraciones del ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Blasco representaría la apuesta
por una cultura y una zona que ha acogido o ha sido raíz de otros ilustres
artistas como Sorolla o los hermanos Benlliure.

Vicente Blasco Ibáñez y el
Distrito Marítimo merecen un homenaje.
Por ello, instituciones, vecinos,
sociedad, por qué no aprovechar la oportunidad y, aunque sea grano a grano,
cada individuo y cada colectivo honren como merece uno de nuestros más insignes
vecinos.
Al fin y al cabo, son nuestras raíces, nuestro vecino, nuestra
historia, la única que conocida y respetada nos conducirá a alardear de nuestras
raíces para construir con orgullo nuestro futuro. El futuro que Blasco y el
Marítimo merecen por su inconformismo
permanente, su lucha revolucionaria, su bagaje cultural, su singularidad y su inefable
aportación histórica a la ciudad del Turia.