miércoles, 4 de enero de 2017

EL MARÍTIMO Y BLASCO IBÁÑEZ: 2017 UNA NUEVA OPORTUNIDAD

      Finalizado el tan “explotado” año Cervantes conmemorativo del IV centenario de la muerte del escritor Miguel de Cervantes Saavedra, para muchos el escritor más célebre en lengua castellana, para otros un excelente escritor glorificado quizás en exceso, llega el momento de otro personaje cuya obra contemporánea llegó a ser una de las más prolíficas y elogiada en Europa y una amplia parte de Sudamérica y, casualmente, un admirador incondicional del dramaturgo castellano.

Sin duda, el autor del QUIJOTE fue un artista de las letras poliédrico con importante obra en novela, teatro e incluso poesía pero, con perdón, ¿no es exagerada la idolatría con la que se le rinde homenaje y pleitesía a quien, no obstante, reconozco un genio clásico de las letras?

Mucho más cercano nos queda el otro personaje anteriormente referido y no excesivamente alagado, quizás por su compromiso político, su talante inconformista, su permanente espíritu reivindicativo o por su aventurera vida. Sin embargo, finalizado el 2016 de Cervantes, llega el 2017 de Don Vicente Blasco Ibáñez, de quien en este año recordamos por cumplirse el 150 aniversario de su nacimiento.

Otro genio de las letras a quien,  al menos, la ciudad que le vio nacer debería aprovechar la fecha para rendirle la pleitesía negada durante su azarosa vida. Vicente Blasco Ibáñez dispone de una dilatada y honrosa trayectoria como escritor, periodista, político, ciudadano y vecino del PobleNou del Mar, el Distrito Marítimo de la ciudad de Valencia que en los años de juventud de Don Vicente constituyó un municipio independiente de la ciudad del Turia.


Varias son las iniciativas que comienzan a despuntarse de un valenciano fallecido en la Costa Francesa donde murió tras, en diferentes etapas de su vida, por su decidido carácter revolucionario, haber pasado por exilios en París, Italia o Sudamérica, lugares donde fue acogido como celebridad.

No pretende esta reflexión realizar un perfil biográfico de quien llegó a Valencia en 1933, tras fallecer 4 años antes en la localidad francesa de Menton, en un acto que marcó a centenares de habitantes del distrito marítimo con infinidad de anécdotas. Una de ellas no me resisto a describir aquí puesto que va referida a mi abuelo paterno fallecido hace algunos años, él, Pascual Damià García, músico de la Sociedad Musical Unión de Pescadores, solía recordar que su primera “actuación” como instrumentista en la calle (tocaba el requinto) tuvo lugar en el Puerto de Valencia donde la conocida como “banda de música del Casinet” tuvo el honor de  recibir el féretro de su ilustre vecino junto al entonces presidente de la República Niceto Alcalá Zamora entre otras personalidades.

Este Cabanyal, Canyamelar, Grau y Malva-rosa, nuestro viejo Poble Nou del Mar, donde Blasco Ibáñez nació y vivió y del que muestra  sus costumbres, sus rutinas, su peculiaridad y hasta sus tradiciones en buena parte de su obra, podría ser, en este centenario de la muerte de su histórico vecino, punto de encuentro de tan merecido homenaje.

Tras sobrevivir al empeño del otrora partido gobernante en la ciudad de desarraigar al distrito marítimo valenciano de su propia historia y singularidad, convertir ahora al barrio en la sede de las celebraciones del ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Blasco representaría la apuesta por una cultura y una zona que ha acogido o ha sido raíz de otros ilustres artistas como Sorolla o los hermanos Benlliure.

El primer reto debería ser individual y ningún hogar del marítimo ni ningún vecino orgulloso de sus raíces deberían dejar de leer estos días FLOR DE MAYO, si antes ha incurrido en el desagravio de no ver retratada nuestra propia historia por los ojos de Vicente Blasco Ibáñez en esta excepcional obra. No en vano, muchos son los críticos que consideran esta novela del escritor valenciano una de las mejores novelas escritas sobre “hombres del mar”.


Vicente Blasco Ibáñez y el Distrito Marítimo merecen un homenaje. 

Por ello, instituciones, vecinos, sociedad, por qué no aprovechar la oportunidad y, aunque sea grano a grano, cada individuo y cada colectivo honren como merece uno de nuestros más insignes vecinos. 

Al fin y al cabo, son nuestras raíces, nuestro vecino, nuestra historia, la única que conocida y respetada nos conducirá a alardear de nuestras raíces para construir con orgullo nuestro futuro. El futuro que Blasco y el Marítimo merecen  por su inconformismo permanente, su lucha revolucionaria, su bagaje cultural, su singularidad y su inefable aportación histórica a la ciudad del Turia.

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