domingo, 8 de febrero de 2015

DAR Y RECIBIR

Los abrazos no se piden, se dan.
Los besos no se ofrecen, se regalan.
El querer no se promete, se brinda. 
El recuerdo no se borra, se graba.
Las cosas no se dicen, se hacen.
       Pero a veces, pides, ofreces, prometes, borras, dices y buscas. Es entonces cuando pierdes la dignidad y, desierto de orgullo, es imposible dar, regalar, brindar…y recibir.
     En ese preciso momento, sin honor ni orgullo que defender, ambos perdidos por ruegos y suplicas reclamadas desde la insolencia o el descontrol, te conviertes en un ser vacío y tu presencia y  tus gestos quedan ausentes de valor. Poco importa lo ofrecido y recibido, el ayer sirve para llenar la despensa de recuerdos pero no alimenta el presente.
     Hiciste de tu  presencia una rutina, no permitiste que eligieran echarte de menos. La costumbre de dar no permite descubrir la emoción del notarte a faltar y, tras mendigar reiteradamente con egoísmo para recibir,  has envilecido tu compañía, gestos y palabras.
      Por eso, hoy que de repente aparecen fantasmas,  sin confianza ni respeto propio poco importa que implores. Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar y las sensaciones, los sentimientos y las personas no se buscan, se encuentran.

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