lunes, 6 de octubre de 2014

EL ESTADO NATURAL


     El sol en lo alto, la luz radiante, no suena el despertador, el viento suena despacio, el rumor del mar te acaricia con su incesante vaivén y entonces, justo en ese momento, imaginas que esa es la paz para la que fue creado el ser humano (creado o evolucionado, creencias al margen). Ese es el estado natural del hombre/mujer.

     El dinero, el estrés, la sociedad e incluso la evolución (pocas veces natural y muy mucho social) han envilecido la vida, el gozo a existir, el placer de disfrutar, la razón para vivir.

     Para qué tanto poseer, para qué tanto padecer, para qué tantas prisas, tantas necesidades, tantos miedos, tantos principios, tantos por qués…

     Y sin embargo, vivir resulta tan difícil que es necesario relativizar, elegir, escoger, correr, sentir, sufrir, mentir, engañar e incluso querer o amar a veces se convierte en obligación, necesidad,  costumbre…
     Son tantos los deberes, que se nos olvida que solo lograríamos ser felices el tiempo que transitamos por este sendero si fuéramos capaces de ser leales con nuestras emociones, nuestras necesidades, nuestros instintos, nuestros sentidos… Porque el hombre no es un animal social, en realidad solo es un ser humano, pensador, racional al que se le olvidó fabricar ternura, decir te quiero, mirar la luna, vivir la naturaleza y asentarse en ese rincón donde inevitablemente siempre se es feliz.          
 

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