El
“no nos representan” del 15-M vuelve a tronar estos días en Valencia. El golpe
a la libertad experimentado por todos los valencianos la pasada semana tras el
cierre de RTVV ha alzado muchas conciencias y ha abierto el frente a varias
reflexiones. Una de ellas es la
necesidad de la regeneración política.
El
caudillismo con el que los últimos cuatro presidentes de la Generalitat
(Zaplana, Olivas, Camps, Fabra) han envilecido el aval que les otorgó (no lo
olvidemos, les otorgó con mayorías absolutas) el pueblo valenciano en las urnas,
ha resultado hiriente para toda la sociedad. También Hitler fue “bendecido” en
las urnas y jamás se sufragará el dolor y la vergüenza que causó a su país.
Sin
embargo, este pueblo “meninfot” dispone ahora de la posibilidad de, perdida una
dura batalla, no perecer en la guerra. Esta sociedad que solo parece reaccionar
cuando se siente herida, los últimos meses está siendo bombardeada e incluso
insultadas sus conciencias y ya le toca despertar. La actitud chulesca hoy del
presidente Alberto Fabra (eldiario.es) al
“invitar” a los trabajadores de RTVV que le ”acompañen” en sus actos ante las
protestas de los ciudadanos en sus últimos actos roza la desvergüenza.
Pero
las manifestaciones masivas (le pese a quien le pese) los últimos sábados en
Valencia abre una luz a la esperanza porque la sociedad valenciana es “meninfot”
pero cuando la atacan se defiende. La solidaridad mostrada por ejemplo en
momentos como las riadas sufridas en este país muestran que sí, hay un caudal
de germanor que sí existe aunque solo florezca cuando todo parece perecer.
Y
en ese rayo de esperanza está brotando una nueva generación política que, no
solo como trabajadora de RTVV si no como valenciana, me enorgullece. Mi gente
más próxima sabe que llevo años “gritando” la necesidad de luchar por unas
listas abiertas en política que nos permita elegir a las personas y no sucumbir
ante unas siglas en cada proceso electoral. Hoy más que nunca y, aún consciente
del ridículo de este llamamiento, abogo una vez más por este recurso
democrático para regenerar la política.
Porque
es posible confiar en los políticos. Si Josep Moreno, Ignacio Blanco, Mireia
Moyà, Amadeu Sanchis o Mónica Oltra ejercen como lo están haciendo en estos
difíciles momentos la política
valenciana yo abogo por ellos y por esta política.
No
me importa qué siglas representen, son gente que sabe lo que vale una barra de
pan y que es capaz de caminar por las calles con la cabeza alta como ciudadanos
y no vivir en una atalaya o pasear con altanería como personajes.
Siempre
quedará en mi recuerdo el emocionado pleno de les Corts del pasado 27 de
noviembre y el discurso emocionado de muchos de estos que he nombrado, pero
también me quedará con la imagen de estas mismas entrañables personas
compartiendo las últimas horas de vida de RTVV.
Y aquí tengo que hablar en primera persona y
agradecer el empuje de Mireia Moyá que nos acompañó en Ràdio 9 durante esa
larga noche. Confieso que en un momento de debilidad personal el torrente de
fuerza que entró en el edificio de Blasco Ibáñez con la entrada de Mireia me
pellizco el alma, personalmente a las 3 de la madrugada ya comenzaba a sucumbir
ante la impotencia, la rabia y la emoción y fue la garra de Mireia Moyà la que
me encendió de nuevo a la vida, y en ese momento la vida era luchar porque
todos los compañeros pudieran acceder a la emisora. Jamás olvidaré los minutos “negociando”
con la policía y cómo sucumbía César (el policía que “custodiaba” Ràdio 9) ante
nosotras dos para dejar entrar a los compañeros con un “con las dos no puedo”.
Así
logramos que entraran todos los compañeros en su casa laboral.
Con
esta anécdota solo quiero dejar constancia que no me importa qué siglas pueda
representar Mireia, ella como Josep Moreno, como Ignacio Blanco y como otros
que ruego me perdonen no nombrar, son personas de mi generación que sienten y
viven como yo y junto a mí y sí, a mí estas personas sí me representan y quiero
que representen a mi pueblo convencida que con ellos el futuro de mis sobrinos
será mucho mejor.
Puede
ser cierto que su honestidad se deba a no haber sido abducidos por el embrujo
del poder pero, sinceramente, dudo que la personalidad mostrada en estas personas de ya 35-40 años quede
envilecida por la erótica del poder.
Por
eso, entre tanta desconfianza y desencanto y a pesar del gris que hoy no solo
envuelve el cielo de Valencia sino todo su mundo, abro una puerta a la esperanza.
Porque sí, es cierto que muchos no nos representan pero dejemos que nos
representen quien lo merece y esta gente lo merece. Démosles una oportunidad, porque hay una gran
parte de la sociedad valenciana que también merece un futuro mejor.