sábado, 26 de octubre de 2013

LA LITERATERAPIA COMO RECURSO SANADOR


      Hace unos días escudriñando en redes sociales encontré un artículo que bajo el título “Literaterapia: escribir para sanar tus heridas” supuso una muy grata sorpresa. A partir de ahí confieso que he investigado y he leído mucho al respecto.

     Siempre había pensado que mi afición a escribir de forma desaforada en momentos de desasosiego o euforia era una terapia muy singular; sin embargo, cuál fue mi sorpresa al conocer, gracias al artículo mencionado anteriormente, que esa costumbre no era algo singular (¡ay, siempre mirándonos el ombligo!), es un recurso extendido las dos últimas décadas como terapéutico en psicología y recibe el nombre de literaterapia.

    Margarita Terragona, académica de la Universidad Iberoamericana, expone en el mencionado artículo que "la utilidad de escribir situaciones de inestabilidad tiene un impacto muy favorable a la persona que lo hace y si es de manera diaria, durante un lapso de 10 días, logrará verbalizar pensamientos profundos y plasmar aquello que sintió en el momento del evento, cómo vive y todas las emociones y reflexiones que derivaron del suceso que describe para sentirse mejor".

     En este cambalache de época que vivimos donde el ritmo frenético provoca constantes bandazos en el barco con el que afrontamos nuestra personal travesía,  el recurso de la literaterapia ofrece la posibilidad real de soportar mejor las tempestades. Sobre todo en personalidades introvertidas en las que cuesta en exceso expresar sentimientos o manifestar ideas sin rubor. En ellas es mucho más cómodo interiorizar preocupaciones, inquietudes e incluso alegrías, que exhibirlas, aunque sea esta una insana costumbre.

     Es precisamente entre esas personas donde la escritura de un diario personal adquiere el valor de terapia.
    
     Según Margarita Terragona “en sociedades desarrolladas donde la globalización alimenta la soledad del individuo, verbalizar las emociones es una liberación mental... Y solo la literaterapia ofrece la capacidad de sanar rencores y heridas emocionales que de otra manera pueden dañar profundamente”.

      Sin duda, el bálsamo que ofrece exponer todo la amalgama de sentimientos (buenos y malos) que experimenta diariamente el ser humano es una gran ventaja para el que gusta de escribir.

      Sin embargo, al parecer la literaterapia para ser perfecta en su labor de sanar requiere de un receptor. Sócrates ya apuntó que “una vida sin examen no merece la pena vivirse”.

     Pues bien, basado en esta frase y en la necesidad de recibir aprobación, el escritor Paulo De Lanz en su libro “La sanación escribiendo”, puntualiza que “es la existencia de alguien la que ofrece mayor valor a la literaterapia… porque es esa existencia la que refrenda la sensación al escribiente del “me comprenden”.

      Según este autor, “cuando se escriben ideas y pensamientos para la propia reflexión, el esfuerzo por transmitir es menor que cuando se escribe con la intención de ser leído”.

     Surge aquí el debate entre la necesidad de escribir como terapia o la necesidad de escribir para alguien como terapia.

     Sin duda, los aficionados a la literaterapia recurren a ella para  exponer no solo lo que se piensa, sino también lo que se siente y a veces incluso lo que se siente sin pensar. Y suele hacerse desde la absoluta sinceridad y bajo el cobijo del anonimato o el secreto, sabedores que no hay nadie al otro lado del mensaje, porque ya se sabe que solo ante uno mismo se es absolutamente transparente.

     Por eso, parece contradictorio que el éxito de la literaterapia requiera de la existencia de un receptor. La sinceridad en la escritura es totalmente transparente y en esta sociedad, en este mundo, se sabe que la total sinceridad casi siempre es castigada porque como dijo Oscar Wilde, “un poco de sinceridad es algo peligroso, demasiada sinceridad es absolutamente fatal”.

      En este impersonalizado mundo encontrar un amigo verdadero con quien compartir momentos e ideas es un lujo, pero conseguir que además aparezca alguien capaz de aceptar y “padecer” la casi diaria escritura de esos textos confeccionados como alivio o terapia de otro es casi imposible. De hecho, ya puntualizan algunso autores que "es mucho más fácil ser escribiente  que lector... aunque para que la literaterapia sea altamente positiva necesita de la existencia de ambos sujetos".

     Pero bueno, la vida a veces te ofrece sorpresas y, si tienes un golpe de suerte, puede que incluso te ofrezca el regalo de presentarte en el camino algun potencial lector, es decir, haberlos haylos.

     Así que, como recurso terapéutico o como costumbre, tanto como aficionada a la escritura como a la lectura, será momento de intentar potenciar la literaterapia… Además, ¿cuántos escritores han producido obras magistrales sin percatarse que estaban utilizando la literatepia?

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