miércoles, 9 de octubre de 2013

LA HIRIENTE REALIDAD DE LA ESPAÑA DE PANDERETA

      En los tiempos que corren, la indecencia se extiende en gestos que no solo son amorales sino que resultan humillantes para una sociedad maltrecha pero anestesiada, deprimida pero aletargada.


        Esta sociedad padece la hipocresía de sus rectores, más preocupados por el interés propio que por la res pública; pero también el pueblo parece acomodado en sucumbir ante la deslealtad de factores o agentes que deberían contribuir a despreciar lo sórdido y que lo único que persiguen es la recuperación de aquella sociedad del “pan y toros”que acuñó un panfleto castizo del siglo XVII pero que el genial Miguel de Unamuno expandió en su libro de ensayos “En torno al casticismo” ( ¡Pan y toros, y mañana será otro día! Cuando hay, saquemos tripa de mal año, luego... ¡no importa!)

      Ese “pan y toros” es la excusa a la que se acogen los grupos mediáticos para ofrecer productos televisivos que se sustentan en la obscenidad. Así ha vuelto a irrumpir en la programación otoñal “Sálvame”, un producto que no solo recoge la falta de decoro de un grupo de falsos profesionales sino que se alimenta de la desvergüenza de muchos personajillos.


      Pero la ofensa del nombrado programa no se ciñe únicamente a su contenido (extremadamente hiriente y casi obsceno), reposa también en el escándalo que supone para un país en recesión profunda, el pago de 300.000 euros (sí, 25 millones de pesetas) por la entrevista a un personaje cuya trayectoria vital se circunscribe a tener 2 apellidos de dos figuras (¡qué casualidad!) de la España de pandereta.


      No debería servir escudarse en la demanda de la audiencia para programar productos tan ínfimos de calidad, ni siquiera es buena la excusa de haber conquistado unos niveles de share superiores al 20% por la ¿entrevista?. Al fin y al cabo, eso supone poco más de 2,5 millones de espectadores ante el televisor. En una población de más de 40 millones, qué quieren que les diga, tampoco es tanto, ¿no?

      Tal vez, hay algo de esperanza en este rancia sociedad, aunque sea vergonzoso que Paquirrín sumara a su cuenta 25 millones de las antiguas pesetas y determinados foros se empecinen en encumbrar a estos personajes y estas noticias como las únicas válidas para la España, que un siglo después, parece que sigue queriendo ser considerada de la charanga y pandereta que describió magistralmente don Antonio Machado.
 

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