domingo, 7 de agosto de 2016

¡VIVAN LOS JUEGOS OLÍMPICOS!

Los veranos con Juegos Olímpicos son otro verano. Los madrugones o las trasnochadas se convierten en habitual, el horario está marcado por un calendario repleto de partidos, carreras, desafíos.  Deportes y disciplinas deportivas, que transcurren casi inexistentes durante cuatro años, (hockey, waterpolo, taekwondo, natación, gimnasia rítmica), se convierten en tema de conversación en la piscina, la orilla de la playa o la terraza de aquel chiringuito.

Ahora, con esas modernidades de los autobuses y metros con televisión emitiendo información, hasta esta medalla o aquella lesión se convierten en tema de conversación entre colegas de asiento que, habitualmente, ni se percataría uno de la existencia del otro.

Ahí la anécdota vivida este domingo de agosto. Sin pretenderlo, me vi obligada a entablar paz en una fervorosa conversación entre dos compañeros de autobús cercanos a la tercera edad en agria discusión por si la medalla de esa chica de ojos azulesera de bronce o de plata. Ninguno de los dos sabía a ciencia cierta el nombre de la campeona y, por supuesto, dudaban hasta de los orígenes de la campeona catalana.


Sin embargo, los dos abueletes estaban encantados de “la primera medalla española” en Brasil. Aunque, mientras uno mostraba su preocupación por la sociedad brasileña tras haber visto “aquel reportaje donde aparecía la desigualdad, pobreza y violencia de RÍo de Janeiro que se escondía detrás de la visión idílica de las playas de Copacabana”, el otro andaba alterado porque “esa espectacular modelo de plata que paseo tipazo en la ceremonia de apertura de los JJOO tenía poco de brasileña y seguro que era alemana nacionalizada para evadir impuestos a la Merkel”.

Gracias a uno y otro. O mejor, a su interesante conversación-discusión, el largo camino de un autobús, casi repleto camino de una playa todavía más saturada, se convirtió en un agradable análisis social sobre qué bien nos van los JJOO a esta sociedad de vez en cuando.

Saturados de discusiones políticas vacías, hartos de informaciones de decenas de ladrones de guantes blancos que siguen veraneando en yates de lujo gracias a la cándida forma de castigar corruptelas en este país, empachados de disputas estériles que mantienen en límites de supervivencia a millones de personas en este país, no está nada mal que la preocupación de ambos yayos sea la medalla de Mireia Belmonte. 

Tal vez, a veces, cambiar la realidad o vivir con ilusión hace más ágil la superación de cada anochecer de otro caluroso mes de agosto donde un grupo de deportistas logran evadirnos de nuestra realidad. Siendo así, quién se resiste a saciarse de deporte estas próximas semanas…

Por cierto, justo segundos antes de bajar me atrevo a poner una de mis escasas sonrisas (no suelo ser excesivamente simpática por carácter ante desconocidos) y dirigirme con amabilidad a mis entrañables vecinos de viaje,  “perdonen, la chica se llama Mireia Belmonte es catalana y ha ganado la medalla de bronce, pero aún puede ganar alguna de plata e incluso de oro”.

Con la sonrisa amable (esa sí real) de ambos abuelos pongo fin a un ligero viaje pensando…¡Vivan los Juegos Olímpicos! 

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