Hay adioses que te pellizcan de
repente. Porque hay personajes que son mitificados incluso en vida. Personas
que no conoces. Ídolos que crecen mientras tú también vas adquiriendo edad y
experiencia. No, no son seres que se muevan en tus entornos, pero sí, son
personajes, ídolos, personas, que sientes próximas por su aureola mediática, su
personalidad, su trayectoria profesional. Porque forman parte de esos ratos que
forman parte de tu libro de sensaciones por haberte acompañado “en un momento dado”.
El fallecimiento hoy de Johan
Cruyff, un Jueves Santo, personalmente ha alterado todas esas sensaciones que,
en ocasiones, encojen nuestro interior y nos dejan sorprendentemente
consternados durante horas, días…a veces, sin saber por qué, solo porque…qué
caray! A veces la vida es demasiado…. ¿real?.
Luego la vida quiso que, ese Cruyff
futbolista que vestía de azulgrana en ese cuadro que, años y años, estuvo colgado
en el comedor de casa de aquel Barcelona campeón de liga del 74, se convirtiera
en una persona próxima y vistiera la camiseta del equipo de la familia, nuestro
Levante UD. El Levante UD de la “senda
de los elefantes”, el del “Nou Estadi” a penas habitado, el del trenet en San Lorenzo, ese Levante que, solo iniciada la década de los 80, vivía entre
tinieblas.
No voy a juzgar yo el valor de la presencia de
Cruyff en el Levante UD, solo, el tiempo y la vida me ha ofrecido la posibilidad
de convivir con gente que sí coincidió en el vestuario y en el club con el
mítico Johan para desmontar alguna leyenda y engrandecer otras anécdotas. Puede que algún día sepamos la verdad de un
fichaje que se envuelve de intrigas, fábulas y alguna leyenda en la que solo
parecía importante Don Dinero. Mientras tanto, me quedo con la frase de otro
mítico jugador granota que sí convivió con el futbolista holandés, Don Antonio
Calpe: “es uno de los mejores tipos que yo he conocido en el fútbol”.